domingo, 24 de junio de 2007

Los hoteleros temen al turista francés e idolatran al japonés

En el Periódico.com he leído este artículo curioso, es una encuesta realizada entre 15.000 hoteleros de 12 estados europeos donde clasifican a los turistas del todo el mundo en categorías como discretos, educados, limpios y respetuosos y un largo etc.... y me he quedado de piedra con ese SINDROME DE PARIS que han bautizado el doctor Hiroaki Ota :)

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ELIANNE ROS
PARÍS
El turista modelo habla japonés, y el más indeseable, francés. Una encuesta realizada entre 15.000 hoteleros de 12 estados europeos sitúa a los nipones en el primer lugar de la clasificación por ser discretos, educados, limpios y respetuosos de las costumbres locales, mientras que los viajeros del otro lado de los Pirineos suspenden prácticamente en todos los terrenos: son groseros, quejicas y no se adaptan a la cultura del lugar que visitan. Aunque no se les considera de los peores, los turistas españoles tampoco salen muy bien parados.El estudio, realizado por la empresa Gfk para el operador turístico por internet Expedia, se ajusta a la imagen que la sociedad tiene de los hijos del sol naciente, pero también rompe algunos clichés. Entre ellos, el de la prepotencia y el nulo don para los idiomas de los norteamericanos. Los turistas procedentes del otro lado del Atlántico se han situado en el número dos de la clasificación tras experimentar una notable evolución en los últimos años. Se esfuerzan por comunicarse en la lengua local, prueban la cocina del país en lugar de refugiarse siempre en un McDonald's y ya no se pasean por Europa como los amos del mundo. También son los que más gastan y los reyes de la propina, pero aún les queda camino por recorrer a la hora de cuidar su imagen o de aprender a no dejar las habitaciones de los hoteles hechas una porquería, terreno en el que también destacan británicos y chinos.Los segundos más generosos son los rusos, aunque no por ello gozan del respeto de los hoteleros europeos. Junto a los ingleses, son los más irrespetuosos con las costumbres del país y se llevan la palma, seguidos de cerca por los franceses, de la mala educación. También aparecen entre los que menos se esfuerzan por comunicarse en la lengua local, cuestión en la que los franceses vuelven a ser los campeones.Los españoles, en cambio, figuran entre los que hacen más esfuerzos por hablar el idioma y los que se muestran interesados por probar nuevas especialidades culinarias. Sin embargo, son considerados tacaños con las propinas al mismo nivel que los chinos aunque menos que los alemanes, franceses e italianos. Tampoco forman parte del club de los turistas sufridos: compiten con los franceses en la categoría de los más quejicas, aunque en este caso la matrícula de honor se la llevan los estadounidenses. A lo que siguen haciendo honor es a la fama de hablar alto y hacer mucho ruido.Los turistas ibéricos también destacan en el cuidado de la imagen. Siempre con permiso de los italianos y de los franceses, los españoles ocupan la tercera plaza en la clasificación de los mejor vestidos y los que mejor adaptan el look a la situación y el lugar que visitamos. Con sus gafas de sol fashion y siempre a la moda, los mediterráneos cultivan así su leyenda de narcisistas frente al descuido y el mal gusto de los turistas alemanes y británicos, que siguen luciendo sus inevitables sandalias con calcetines y entrando en restaurantes de lujo con zapatillas deportivas y bermudas.

SÍNDROME DE PARÍS
Que las palabras gracias y por favor casi han desaparecido del diccionario de los franceses no solo lo constata el estudio de Gfk, realizado en abril. Es algo que comprueban, con auténtico pavor, los japoneses que aterrizan en la capital francesa. El choque cultural que se produce entre el código de conducta reverencial e híperespetuoso de los visitantes nipones y la agresividad y ausencia de cortesía de muchos camareros, dependientes y taxistas parisinos se traduce, en algunos casos, en una dolencia que ha sido bautizada por el doctor Hiroaki Ota como el síndrome de París.Cada año se diagnostica una veintena de casos entre los súbditos del trono del crisantemo que visitan una ciudad que idealizan como meca de la cultura y del amor. Alucinaciones visuales y auditivas, sentimiento de persecución, desorientación, angustia e incluso y depresión son algunos de los síntomas. Hay quien no supera el choque. En los casos más graves, se opta por la hospitalización del paciente y la repatriación a su país. La encuesta corrobora la percepción de los japoneses. Los franceses son los turistas más impopulares, incluso cuando viajan dentro de su propio país.
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